Pedro Páramo es algo
así como los Cien años de soledad
mexicanos, incluso, también es una obra que destella realismo mágico por todas
las páginas y, por si eso fuera poco, uno de los libros favoritos del propio
Gabriel García Márquez.
Hace
tiempo que quería leer esta novela, mas la guardaba como quien guarda una
botella del mejor coñac para un momento especial. Conocía a Rulfo por El llano en llamas y suponía que con
esta novelita suya pasaría extraordinarios momentos. Me duró apenas unas horas,
la empecé a leer con las expectativas muy altas y sus primeras páginas me
supieron deliciosas.
Pero ya más
adentrada la novela, la cosa cambió. Por momentos empezó a no gustarme, que no
a aburrirme, pero al final, debo decir que Pedro
Páramo, la obra maestra y también cumbre de la literatura mexicana del
siglo XX, no me gustó tanto como esperaba, ni siquiera la mitad. Aunque sí me
gustó mil veces más que la otra supuesta gran novela mexicana del pasado siglo,
Noticias del imperio, que la grandeza
sólo la tiene en sus varios centenares de páginas.
Aclaro que
el hecho de que Pedro Páramo no me
haya gustado no se debe a que me parezca que es una mala novela. Nada de eso. Reconozco
y firmo ante notario su grandeza. Algunas partes me dejaron alucinado, pero en conjunto, la verdad no me dejó tan buen sabor de boca. Quizás en
parte se debió a lo mucho que me esperaba de la novela.
Ya entrando
a la historia, tenemos ese magistral inicio con Juan Preciado rumbo a Comala en
busca de su padre, Pedro Páramo. Preciado no lo sabe, pero se está metiendo en
un pueblo lleno de fantasmas que pronto van a reclamarlo para que forme parte
de los suyos. En realidad, esas primeras páginas, con un hombre normal que sólo
quiere exigir a su padre lo que le corresponde, metido de buenas a primeras
en charlas tétricas con personajes que nadan en el tiempo fingiéndose vivos,
son verdaderamente extraordinarias.
Lo que
sigue es un montón de historias de muertos y de fantasmas que exigen su derecho
a opinar, y del pasado. Casi todo en Pedro
Páramo es pasado. Un pasado lleno de los sinsabores de la vida que se hace
presente en un pueblo en el que ya no queda nada. Juan Rulfo dejó bien probado
en esta novela la altura de su intelecto. Lástima que a mí, en lo particular,
no me gustó tanto como esperaba.