Hace poco
leí este libro y me ha resultado por demás interesante. No es una biografía de
Villa, sino una tesis sobre sus orígenes. El autor, Rubén Osorio, un
investigador al parecer muy serio en su trabajo y bastante bien documentado,
sugiere -porque le es imposible probar- que Pancho Villa era judío. Así las
cosas, León Trotsky y Tomás de Torquemada ya no estarán tan solos en la lista
de judíos malos.
Pero Villa
no era judío en el sentido religioso y cultural del término, sino que
simplemente descendía de hebreos por la rama paterna. La teoría que investigó
el autor va en el sentido de que la madre del matón revolucionario, Micaela
Arámbula, antes de casarse con Agustín Arango, trabajó de sirvienta en la casa
de un acaudalado hacendado de nombre Luis Fermán, con quien se relacionó y el
producto de ello fue Villa.
Así que la
barba cerrada, negra y gruesa y el color moreno pálido que caracterizaba al más
famoso revolucionario americano después del Che Guevara no era producto de su ascendencia
española cruzada con morisca, sino de sus raíces hebras, al parecer.
Ante la
imposibilidad de desenterrar cuerpos para hacer pruebas de ADN, Rubén Osorio
contactó a los miembros de la familia Fermán, regados por México y algunos en
otros países, todos sabedores de su posible parentesco con Villa pero la mayoría
ignorantes sobre su identidad judía.
Los Fermán
al parecer desde que llegó el primero de ellos a México a principios del siglo
XIX, proveniente de Liechtenstein, abrazaron el catolicismo para no tener
problemas en un país donde entonces, e incluso ahora, no ser seguidor del Papa
podía traer serios problemas.
Osorio los
entrevistó a todos para recoger sus conocimientos sobre el parentesco con
Villa. Ellos, en su mayoría, demostraron al autor estar al tanto de la
leyenda. Villa, según los diversos testimonios, sabía sobre su origen e incluso
llevó buenas relaciones con su medio hermano, Miguel Fermán, con quien lo unía
un parecido físico ciertamente notable.
La investigación de Osorio, al no sustentarse más que con fotografías y una historia oral que ha pasado de generación en generación dentro de una familia, no llega a probar el verdadero origen judío de Villa, pero eso no le quita valor al libro. Vale la pena sentarse a leerlo porque de los muchos libros que hay sobre Pancho Villa éste es radicalmente diferente a los otros.
La investigación de Osorio, al no sustentarse más que con fotografías y una historia oral que ha pasado de generación en generación dentro de una familia, no llega a probar el verdadero origen judío de Villa, pero eso no le quita valor al libro. Vale la pena sentarse a leerlo porque de los muchos libros que hay sobre Pancho Villa éste es radicalmente diferente a los otros.
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