lunes, 15 de abril de 2013

La familia secreta de Pancho Villa – Rubén Osorio


Hace poco leí este libro y me ha resultado por demás interesante. No es una biografía de Villa, sino una tesis sobre sus orígenes. El autor, Rubén Osorio, un investigador al parecer muy serio en su trabajo y bastante bien documentado, sugiere -porque le es imposible probar- que Pancho Villa era judío. Así las cosas, León Trotsky y Tomás de Torquemada ya no estarán tan solos en la lista de judíos malos.
Pero Villa no era judío en el sentido religioso y cultural del término, sino que simplemente descendía de hebreos por la rama paterna. La teoría que investigó el autor va en el sentido de que la madre del matón revolucionario, Micaela Arámbula, antes de casarse con Agustín Arango, trabajó de sirvienta en la casa de un acaudalado hacendado de nombre Luis Fermán, con quien se relacionó y el producto de ello fue Villa.
Así que la barba cerrada, negra y gruesa y el color moreno pálido que caracterizaba al más famoso revolucionario americano después del Che Guevara no era producto de su ascendencia española cruzada con morisca, sino de sus raíces hebras, al parecer.  
Ante la imposibilidad de desenterrar cuerpos para hacer pruebas de ADN, Rubén Osorio contactó a los miembros de la familia Fermán, regados por México y algunos en otros países, todos sabedores de su posible parentesco con Villa pero la mayoría ignorantes sobre su identidad judía.
Los Fermán al parecer desde que llegó el primero de ellos a México a principios del siglo XIX, proveniente de Liechtenstein, abrazaron el catolicismo para no tener problemas en un país donde entonces, e incluso ahora, no ser seguidor del Papa podía traer serios problemas.
Osorio los entrevistó a todos para recoger sus conocimientos sobre el parentesco con Villa. Ellos, en su mayoría, demostraron al autor estar al tanto de la leyenda. Villa, según los diversos testimonios, sabía sobre su origen e incluso llevó buenas relaciones con su medio hermano, Miguel Fermán, con quien lo unía un parecido físico ciertamente notable.
La investigación de Osorio, al no sustentarse más que con fotografías y una historia oral que ha pasado de generación en generación dentro de una familia, no llega a probar el verdadero origen judío de Villa, pero eso no le quita valor al libro. Vale la pena sentarse a leerlo porque de los muchos libros que hay sobre Pancho Villa éste es radicalmente diferente a los otros.

Lee otra reseña: Un viaje a México en 1864

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