lunes, 30 de septiembre de 2013

Pedro Páramo – Juan Rulfo

Pedro Páramo es algo así como los Cien años de soledad mexicanos, incluso, también es una obra que destella realismo mágico por todas las páginas y, por si eso fuera poco, uno de los libros favoritos del propio Gabriel García Márquez.
Hace tiempo que quería leer esta novela, mas la guardaba como quien guarda una botella del mejor coñac para un momento especial. Conocía a Rulfo por El llano en llamas y suponía que con esta novelita suya pasaría extraordinarios momentos. Me duró apenas unas horas, la empecé a leer con las expectativas muy altas y sus primeras páginas me supieron deliciosas.
Pero ya más adentrada la novela, la cosa cambió. Por momentos empezó a no gustarme, que no a aburrirme, pero al final, debo decir que Pedro Páramo, la obra maestra y también cumbre de la literatura mexicana del siglo XX, no me gustó tanto como esperaba, ni siquiera la mitad. Aunque sí me gustó mil veces más que la otra supuesta gran novela mexicana del pasado siglo, Noticias del imperio, que la grandeza sólo la tiene en sus varios centenares de páginas.
Aclaro que el hecho de que Pedro Páramo no me haya gustado no se debe a que me parezca que es una mala novela. Nada de eso. Reconozco y firmo ante notario su grandeza. Algunas partes me dejaron alucinado, pero en conjunto, la verdad no me dejó tan buen sabor de boca. Quizás en parte se debió a lo mucho que me esperaba de la novela.
Ya entrando a la historia, tenemos ese magistral inicio con Juan Preciado rumbo a Comala en busca de su padre, Pedro Páramo. Preciado no lo sabe, pero se está metiendo en un pueblo lleno de fantasmas que pronto van a reclamarlo para que forme parte de los suyos. En realidad, esas primeras páginas, con un hombre normal que sólo quiere exigir a su padre lo que le corresponde, metido de buenas a primeras en charlas tétricas con personajes que nadan en el tiempo fingiéndose vivos, son verdaderamente extraordinarias.
Lo que sigue es un montón de historias de muertos y de fantasmas que exigen su derecho a opinar, y del pasado. Casi todo en Pedro Páramo es pasado. Un pasado lleno de los sinsabores de la vida que se hace presente en un pueblo en el que ya no queda nada. Juan Rulfo dejó bien probado en esta novela la altura de su intelecto. Lástima que a mí, en lo particular, no me gustó tanto como esperaba.

sábado, 21 de septiembre de 2013

El mexicano lee pocos libros de historia

Para nadie es un secreto que en México la mayoría de la población no lee, aunque eso se compensa un poco con un pequeño porcentaje de mexicanos que leen mucho. Pero lo cierto es que en México se leen pocos libros de historia, y los que son superventas están acompañados de costosas campañas promociónales.
Aunque cabe resaltar que al mexicano sí le gusta saber su historia, pero no leerla, prefiere que se la cuenten. Y ésa es la razón por la cual matones como Francisco Villa y Rodolfo Fierro son considerados héroes. También a esa costumbre mexicana se debe el hecho de que los errores que ya se cometieron en el pasado se estén repitiendo actualmente.
Que los mexicanos no leen los libros de su propia historia es un dato que puede obtener con facilidad cualquiera que sí tenga la afición de leerlos. Hay muchos clásicos de historia que son imposibles de hallar en las librerías. Están agotados, no se editan, de algunos la última edición fue hace muchos años.
Obras excelentes de historiadores y cronistas de los siglos XIX y XX, que en su momento tuvieron buena recepción y que están avalados por serios estudiosos de la historia mexicana, de milagro los encuentra uno en bibliotecas o en librerías de viejo.
Eso ocurre porque sencillamente no son demandadas por los lectores. Si la situación fuera al contrario, se editarían con mucha frecuencia y estarían a la vente casi de manera ininterrumpida, pero como nadie quiere leerlos, los editores y libreros sencillamente no se preocupan por ponerlos a la venta.

Lee otra reseña: El dictador resplandeciente