El autor
Francisco
L. Urquizo (1891- 1969) fue un militar mexicano que empezó su carrera como
revolucionario, primero fiel a Madero y posteriormente a Carranza, a quien acompañó
hasta su final, y después de una temporada en prisión y otra en el exilio volvió a
México para integrarse nuevamente al ejército por petición de Lázaro Cárdenas.
Aun siendo
militar a la carrera, como casi todos los revolucionarios, obtuvo grandes
logros después de la Revolución. Fue
incluso Secretario de la Defensa
y se le recuerda por haber sido un reformador del obsoleto ejército
posrevolucionario. Recibió, como los grandes, condecoraciones de varios
gobiernos extranjeros, después de la muy modesta participación de su país en la Segunda Guerra Mundial.
A la par
de su carrera como militar también fue uno de los escritores más renombrados de
su época, como uno de los precursores de la novela revolucionaría, género que
retrató la vida del mexicano durante ese terrible período, pero que no ofrece
nada nuevo respecto a la obra de los narradores de finales del siglo XIX, siendo quizás la razón de
ello que el mexicano, el grueso de la población, en su forma de ser no varió
mucho desde la Reforma
hasta la Revolución.
El libro
Urquizó
además de novelista, donde destaca con Tropa
vieja, fue historiador. O por lo menos eso pretendió. Como un gran
admirador del presidente Carranza, le escribió una biografía a manera de
homenaje que, después de leerla, me preguntó si no le habría convenido mejor no
escribirla. Quizás sí puede encontrársele una utilidad, si la tomamos como un
manual de cómo no escribir una biografía o cualquier libro de temas históricos.
El libro
es bastante breve. En el principio empieza como lo que pretende ser, una
biografía donde Urquizo nos relata algunos aspectos, algo generales, de la
vida de Carranza, pero después se ve que le entró algo de pereza literaria,
porque suspende la línea biografía que venía siguiendo y relata sólo sucesos
aislados, como mejor los recordaba él.
No se
halla en la obra del general Urquizo una verdadera biografía de Carranza, por
más que él lo haya pretendido así. Sirve, para quien desee estudiar al
personaje, a lo mucho como una obra introductoria, que en el mejor de los casos
da algunas pistas sobre aspectos biográficos, porque ni
siquiera los sucesos en los que el escritor participó están bien detallados.
A mediados del siglo
pasado, cuando Urquizo era una celebridad, se hicieron bastantes ediciones,
de lo que me he podido dar cuenta por el ejemplar que tengo. No puedo evitar pensar
que el libro, como documento histórico y literario, no ameritaba tanta
difusión, porque es una obra demasiado modesta que ningún orgullo podría
haberle acarreado a un escritor más ambicioso.
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