Este libro
es de una belleza histórica y literaria extraordinarias. Se trata, como el titulo
lo indica, del diario de guerra del príncipe Carl Khevenhüller, un joven aristócrata
austriaco que formó parte de la expedición compuesta por 7.000 efectivos que
envió a México el emperador Francisco José I para que protegieran a su hermano
menor.
Khevenhüller
pertenecía a una muy antigua familia leal a los Habsburgo desde hacía siglos.
Algunos de sus antepasados ya habían conseguido fama como estadistas,
eclesiásticos o militares. Él, pese a la tradición familiar, no viajó a México
por lealtad a Maximiliano -aunque después se revelaría como el más fiel de sus
soldados-, lo hizo sencillamente para escapar de sus acreedores.
Siendo muy
joven, a sus veintitrés años, contrajo una deuda que su muy noble familia no
podía pagar. Para no estorbar a su padre mientras negociaba, decidió embarcarse
a México, aprovechando que el emperador de Austria estaba por enviarle una
poderosa escolta a su hermano.
Llegó
medio año después que Maximiliano, y rápidamente, debido a que los austriacos
fueron puestos bajo órdenes francesas, fue destinado a los campos de batalla.
El joven Khevenhüller se distinguió por su gran valor y por demostrar una
lealtad a toda prueba al emperador. Estaba dispuesto a morir por la gloria de
su Káiser Max, y según algunos cronistas de la época, no exageró en su diario,
realmente era un hombre muy valiente, tanto que el propio Porfirio Díaz llegó a
admirarlo y a entablar amistad con él.
Criticó
duramente a los criollos mexicanos, a los que veía inmorales y ambiciosos, pero
se quedó sorprendido e hizo énfasis varias veces en su diario sobre el valor y
la lealtad de los indios. Llegó a escribir que un indio valía mil veces más que
un criollo. Pese a eso odió profundamente a Juárez, básicamente por haber
matado a su querido Káiser Max.
También
criticó a Maximiliano. Sentía por él una veneración que rayaba en lo divino,
pero creía que para tener éxito en México tenía que ser una especie de tirano,
característica que estaba muy lejos de formar parte de la personalidad del
emperador.
A finales
de 1866 las relaciones entre Napoleón III y Maximiliano se rompieron
definitivamente. Entonces los franceses, para acabar de desgraciar a
Maximiliano por no obedecer a Napoleón, ofrecieron a lo que quedaba de la legión austro-belga un
boleto gratuito de regreso a Europa. Muchos austriacos lo aceptaron, a los que
Khevenhüller consideró traidores por abandonar al emperador.
Cuando
Maximiliano partió hacia Querétaro, le ordenó a Khevenhüller que se quedara
cuidando la ciudad de México. El joven aristócrata se echó a llorar para que lo
llevara con él, pero el emperador no cambió de opinión. Aun así lo obedeció con
absoluta lealtad. Cuando Leonardo Márquez llegó a la capital, proveniente de
Querétaro y con el titulo de lugarteniente del Imperio, Khevenhüller se sometió
ciegamente a él, porque era el enviado de su emperador, pero eso no evitó que
lo criticara por su torpeza en el campo de batalla.
Después de
ir con Márquez a Puebla en una expedición estéril, combatió para defender la
ciudad de México de Porfirio Díaz, destacando por su gran valor. Pero cuando
llegó la noticia de que Maximiliano había sido fusilado en Querétaro, se le
reveló a Márquez y buscó un acuerdo con los republicanos para poder regresar a
su país. No fue a Querétaro a despedirse de su querido Káiser Max como deseaba.
Básicamente porque la ciudad estaba llena de republicanos que no se habrían
andado con niñerías para enviarlo al otro mundo. Cuando éstos llegaron a la
ciudad de México, le fueron muy hostiles y se vio en la necesidad de matar a un
coronel en un duelo a espada.
En el
terreno del amor sus logros fueron más amplios todavía que en el militar. Las
jóvenes mexicanas lo encontraron muy guapo y muchas se enamoraron de él. Él
también se enamoró perdidamente de una mexicana, que era casada, pero aun así le hizo un
hijo.
El diario del príncipe Carl Khevenhüller es uno de los más extraordinarios libros de cuantos surgieron como consecuencia del Segundo Imperio. No me atrevo a decir que es el mejor porque casi todos los soldados que podían escribieron el suyo y muchos permanecen inéditos o simplemente no se han traducido al español y en México no se sabe de su existencia. Ojalá que con el tiempo vayamos descubriendo más textos como éste, que existen desde hace siglo y medio y que aún son un enigma en lengua española, donde más falta hacen.
El diario del príncipe Carl Khevenhüller es uno de los más extraordinarios libros de cuantos surgieron como consecuencia del Segundo Imperio. No me atrevo a decir que es el mejor porque casi todos los soldados que podían escribieron el suyo y muchos permanecen inéditos o simplemente no se han traducido al español y en México no se sabe de su existencia. Ojalá que con el tiempo vayamos descubriendo más textos como éste, que existen desde hace siglo y medio y que aún son un enigma en lengua española, donde más falta hacen.
Muy interesante, gracias por recomendar este texto, lo checare puesto que si he seguido la pista a todo lo relacionado con Austria, es por tener un hijo austriaco y haber vivido en Viena, he leído mucho sobre los Habsburgo y no me queda duda lo triste que fue su desenlace y porque. Creo que tanto poder y gloria no pueden ir juntos a la felicidad.
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