domingo, 19 de agosto de 2012

Con Maximiliano en México. Del diario del príncipe Carl Khevenhüller 1864-1867 – Brigitte Hamann


Este libro es de una belleza histórica y literaria extraordinarias. Se trata, como el titulo lo indica, del diario de guerra del príncipe Carl Khevenhüller, un joven aristócrata austriaco que formó parte de la expedición compuesta por 7.000 efectivos que envió a México el emperador Francisco José I para que protegieran a su hermano menor.
Khevenhüller pertenecía a una muy antigua familia leal a los Habsburgo desde hacía siglos. Algunos de sus antepasados ya habían conseguido fama como estadistas, eclesiásticos o militares. Él, pese a la tradición familiar, no viajó a México por lealtad a Maximiliano -aunque después se revelaría como el más fiel de sus soldados-, lo hizo sencillamente para escapar de sus acreedores.
Siendo muy joven, a sus veintitrés años, contrajo una deuda que su muy noble familia no podía pagar. Para no estorbar a su padre mientras negociaba, decidió embarcarse a México, aprovechando que el emperador de Austria estaba por enviarle una poderosa escolta a su hermano.
Llegó medio año después que Maximiliano, y rápidamente, debido a que los austriacos fueron puestos bajo órdenes francesas, fue destinado a los campos de batalla. El joven Khevenhüller se distinguió por su gran valor y por demostrar una lealtad a toda prueba al emperador. Estaba dispuesto a morir por la gloria de su Káiser Max, y según algunos cronistas de la época, no exageró en su diario, realmente era un hombre muy valiente, tanto que el propio Porfirio Díaz llegó a admirarlo y a entablar amistad con él.
Criticó duramente a los criollos mexicanos, a los que veía inmorales y ambiciosos, pero se quedó sorprendido e hizo énfasis varias veces en su diario sobre el valor y la lealtad de los indios. Llegó a escribir que un indio valía mil veces más que un criollo. Pese a eso odió profundamente a Juárez, básicamente por haber matado a su querido Káiser Max.
También criticó a Maximiliano. Sentía por él una veneración que rayaba en lo divino, pero creía que para tener éxito en México tenía que ser una especie de tirano, característica que estaba muy lejos de formar parte de la personalidad del emperador.
A finales de 1866 las relaciones entre Napoleón III y Maximiliano se rompieron definitivamente. Entonces los franceses, para acabar de desgraciar a Maximiliano por no obedecer a Napoleón, ofrecieron a lo que quedaba de la legión austro-belga un boleto gratuito de regreso a Europa. Muchos austriacos lo aceptaron, a los que Khevenhüller consideró traidores por abandonar al emperador.
Cuando Maximiliano partió hacia Querétaro, le ordenó a Khevenhüller que se quedara cuidando la ciudad de México. El joven aristócrata se echó a llorar para que lo llevara con él, pero el emperador no cambió de opinión. Aun así lo obedeció con absoluta lealtad. Cuando Leonardo Márquez llegó a la capital, proveniente de Querétaro y con el titulo de lugarteniente del Imperio, Khevenhüller se sometió ciegamente a él, porque era el enviado de su emperador, pero eso no evitó que lo criticara por su torpeza en el campo de batalla.
Después de ir con Márquez a Puebla en una expedición estéril, combatió para defender la ciudad de México de Porfirio Díaz, destacando por su gran valor. Pero cuando llegó la noticia de que Maximiliano había sido fusilado en Querétaro, se le reveló a Márquez y buscó un acuerdo con los republicanos para poder regresar a su país. No fue a Querétaro a despedirse de su querido Káiser Max como deseaba. Básicamente porque la ciudad estaba llena de republicanos que no se habrían andado con niñerías para enviarlo al otro mundo. Cuando éstos llegaron a la ciudad de México, le fueron muy hostiles y se vio en la necesidad de matar a un coronel en un duelo a espada.
En el terreno del amor sus logros fueron más amplios todavía que en el militar. Las jóvenes mexicanas lo encontraron muy guapo y muchas se enamoraron de él. Él también se enamoró perdidamente de una mexicana, que era casada, pero aun así le hizo un hijo.
El diario del príncipe Carl Khevenhüller es uno de los más extraordinarios libros de cuantos surgieron como consecuencia del Segundo Imperio. No me atrevo a decir que es el mejor porque casi todos los soldados que podían escribieron el suyo y muchos permanecen inéditos o simplemente no se han traducido al español y en México no se sabe de su existencia. Ojalá que con el tiempo vayamos descubriendo más textos como éste, que existen desde hace siglo y medio y que aún son un enigma en lengua española, donde más falta hacen.

1 comentario:

  1. Muy interesante, gracias por recomendar este texto, lo checare puesto que si he seguido la pista a todo lo relacionado con Austria, es por tener un hijo austriaco y haber vivido en Viena, he leído mucho sobre los Habsburgo y no me queda duda lo triste que fue su desenlace y porque. Creo que tanto poder y gloria no pueden ir juntos a la felicidad.

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