Hace ya algunos años leí México mutilado, pecado de juventud diría
un célebre arquitecto. Se trata de la
obra más famosa de Francisco Martín Moreno antes de sus Arrebatos carnales. Leí este libro porque fue el más fácil de
hallar en un momento en que pretendía saber qué pasó con esa parte del norte de
México tan rica en oro como en petróleo que se perdió en un momento de nuestra
historia que nos negamos a estudiar tanto como a olvidar.
La guerra contra los Estados
Unidos ha sido siempre el período más doloroso para los mexicanos. Es una
espina clavada que duele tanto por lo
que se perdió como por cómo se perdió. México no sacó de allí más que un
deslustrado empate en la Angostura del
que nadie quiere hablar primero porque abordar el tema es a la vez hablar de la
derrota y de la humillación y segundo porque fue la mejor batalla del innombrable
Santa Anna, presuntamente traidor en esa guerra y en esa batalla, la mejor de
las muchas que encabezó en su larga, caótica, a veces ridícula y triste vida
militar.
Algún sociólogo diría que desde
la Angostura nos acostumbramos a celebrar
los empates como si fueran victorias -sobre todo en el fútbol-, quizás porque
éstas se nos niegan con demasiada frecuencia.
Francisco Martín Moreno aborda
esa triste guerra en esta novela. Una novela mal contada, por cierto, en la que
parece que el propio autor en algún momento se aburrió de escribir. En ella hay
dos protagonistas, Santa Anna y Polk. El primero es un amante del poder tanto
como de glorias falsas y mulatas. Santa Anna no busca más que protagonismo sin
esfuerzo y descanso para liberar el aburrimiento que le causa la política; es
un pillo mentiroso capaz de todo con tal acrecentar su ego, y con apenas una
diluida pizca de patriotismo que le aflora muy de vez en cuando.
Polk en cambio es un lobo con los
colmillos bien afilados, adicto al trabajo y obsesionado con incrementar el
territorio de su país quizás ya vislumbrado que años más tarde llegaría a ser
con mucho el más poderoso del mundo. La novela es una enorme fila de enormes párrafos
que buscan divertir a la vez que ilustrar logrando a medias sólo lo segundo, en
donde se aprecia la terriblemente caótica situación política y militar de
México, convirtiéndose poco a poco en un país al que se le puede derrotar con
un cañonazo. Y, por otro lado, exhibe a un Polk trazando meticulosamente un
plan del que un vecino débil no puede de ningún modo salir bien librado.
El libro como obra literaria es
peor que la cicuta, y como obra didáctica es digerible sólo si se toma como
introducción. También advierto que aquí no se ve por ningún lado al heroico batallón
de San Patricio defendiendo un suelo ajeno con más valor del que demostraron
los soldados mexicanos. Tampoco al hijo póstumo de Iturbide -salvo una breve
mención- peleando con bravura para defender al país que había liberado su
fusilado padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario