jueves, 18 de mayo de 2017

Ni López Obrador, ni Peña, ni Calderón, un Bonaparte gobierna México

Napoleón Eugenio de Francia, destinado a
ser el emperador Napoleón IV, pero
tuvo que emigrar a Inglaterra a causa de la
derrota en la guerra franco-prusiana.
Anoche leí las primeras páginas de la novela, Carlota y Maximiliano: La dinastía de los Habsburgo en México, de Adam J. Oderoll, y para ello tuve que dejar a un lado Miramón: el hombre, de José Fuentes Mares, libro con el que llevo casi tres semanas y que no he podido terminar por exceso de trabajo.
Como ya mencioné en la entrada anterior, la novela de Oderoll es una historia ucrónica, en la cual el Imperio sí logró consolidarse, debido a una temprana muerte de Juárez, hacia 1866 (Juárez en realidad murió en 1872). Así las cosas, a México en esta historia alternativa aún lo gobiernan como emperadores los descendientes directos de Maximiliano y Carlota, sí, directos. (Y no me pregunten cómo es que ellos lograron tener descendencia).
Pues bien, los Habsburgo, en agradecimiento a aquellos que los ayudaron a consolidar su gobierno, llevan a sus herederos como miembros de su gabinete, de generación en generación. En lo poco que he leído de la novela, como hombres fuertes del actual emperador de México se menciona a los Miramón, a los Mejía, a los Khevenhüller, a los Iturbide, a los Bazaine, entre otros apellidos que lucharon del lado del imperio.
Me hizo gracia algo mientras leía, que fue lo que me llevó a escribir esta entrada. En la novela el emperador tiene como jefe de todos sus ministros a un Canciller del imperio, que al parecer guarda las funciones que debiera de tener un presidente, aunque sujetas siempre a la voluntad del emperador. Y el canciller actual, según se ve, lleva varios años en su cargo, el tiempo en el que en la historia real han gobernado Calderón y Peña (y López Obrador como presidente legítimo).
También se menciona que tras la guerra franco-prusiana, aquella que le costó el imperio a Napoleón III, éste y su familia no emigraron a Inglaterra, como efectivamente ocurrió (y donde su hijo se enroló en el ejército y murió luego peleando por él en África). En esta historia alternativa, Napoleón y Eugenia, tras perder su trono, al parecer aceptaron la hospitalidad del ya para entonces consolidado en su gobierno Maximiliano I de México. Así las cosas, el hijo no murió soltero a los veintitrés años en África, sino que vivió en México y tuvo descendencia.
Y esa descendencia se integró con el tiempo al gabinete imperial de los emperadores Habsburgo, quizás como militares y como ministros (todavía no llego a esa parte), pero la cuestión es que el actual canciller del imperio, que lleva unas funciones muy similares a las de un presidente, es un Bonaparte, Luis Bonaparte, para más señas.

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