El segundo imperio mexicano es
sin duda el período de nuestra historia que mejor funciona como fuente de
literatura. Podría decirse que se debe al hecho de que hubo en México
soldados de varias nacionalidades, a que fue un conflicto que llamó mucho la
atención de Europa y a que incluso los intelectuales más brillantes de entonces
estuvieron al tanto y varios le dieron su apoyo públicamente a Juárez, y en
realidad eso es cierto, pero más importancia que todo lo anterior la tiene el
hecho de que el conflicto acabó con el fusilamiento de un miembro de la realeza
europea, vástago de una importante familia imperial. Eso, principalmente, fue
lo que hizo del segundo imperio una fuente inagotable de literatura para
mexicanos y extranjeros.
Ese suceso sigue dando frutos
literarios en libros impresentables y pesimamente mal documentados, como el
primer capítulo del primero de los Arrebatos
carnales de Francisco Martín Moreno, y en obras de calidad respetable que
aún hoy en día, a casi siglo y medio de que concluyera el suceso, siguen
sorprendiendo.
La novela histórica Juárez en el Convento de las Capuchinas, la
reunión secreta con Maximiliano, es un breve pero interesante libro que
sorprende por su brillantez y por la calidad de la filosofía que nos regala. ¿Cuál
filosofía? La de Juárez y, por supuesto, también la de Maximiliano.
En esta novela, aquella
entrevista que con tanta insistencia Maximiliano le pidió a Juárez finalmente
se realiza. El presidente victorioso visita a su prisionero apenas unas horas
antes de que lo fusilen, la noche del 18 de junio de 1867. Y, como podríamos esperarlo,
ambos hombres se enfrentan, pero educadamente, como los dos caballeros que eran.
Cada uno defiende sus actos y cuestiona los del otro con argumentos sólidos,
cada uno hace titubear al otro por momentos y… bueno, creo que lo mejor es leer
esta novela breve pero extraordinaria.
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