En charlas
informales carentes de cultura, cuando se habla de la Independencia de
México inmediatamente salen a relucir dos hombres que se supone lucharon mucho
y unidos para lograrla: Hidalgo y Morelos; y cuando se habla de la Revolución salen otros
dos a los que muchos imaginan juntos -porque se fotografiaron juntos-: Villa y
Zapata. Pero la verdad es que estos dos pares de hombres tuvieron tanto
contacto entre sí como Juárez y Maximiliano.
Hidalgo y
Morelos ya en la guerra de independencia sólo se vieron una vez. No pelearon hombro con hombro ni se enviaron
refuerzos uno al otro para ayudarse en las batallas. Su relación fue
completamente inexistente. Cada uno por su lado buscó la libertad y halló el
fracaso. Compartían el anhelo independentista, pero tenían muy distintos
objetivos. Eran curas, pero eran diferentes. Hidalgo era un teólogo
intelectual; Morelos en sus Sentimientos
de la Nación dejó
ver sus buenas intenciones y la cortedad de su intelecto.
En el ramo
militar fue donde Morelos sí superó a Hidalgo. Era un buen estratega, pero no
tanto como muchos llenos de fervor patriótico han querido hacer creer. Esa
vieja leyenda de que Napoleón lo admiraba es falsa. Sospecho que surgió a raíz
de una película. No hay que creer todo lo que nos dice el cine. Napoleón jamás supo
que existía Morelos. Otra de sus virtudes fue su magnanimidad para con los
prisioneros, la misma que no compartía Hidalgo.
Morelos
también fue un hombre modesto, quería ser sólo siervo de la nación. Hidalgo quiso ser y fue generalísimo, rango militar que ridiculizó en sus campañas. Algo
que sí tuvieron en común, aparte de ser curas, fue el hecho de que creían que
el celibato prohibía casarse, pero que no prohibía tener una sexualidad muy
activa. Una de las faltas de Morelos a su condición de sacerdote de la iglesia
católica, llegó a ser un militar de confianza de Santa Anna y hasta mariscal de
adorno en el imperio de Maximiliano. Se llamó Juan Nepomuceno Almonte, no llevó
el apellido Morelos porque… porque su padre era cura y se suponía que no debía
tener hijos.
Pasando a
Villa y Zapata, tampoco tuvieron mucho que ver. Villa participó en muchas
batallas. Ganó menos de la que se cree. No era en realidad un militar, su
ignorancia lo incapacitaba para conocer las más elementales reglas de las
maniobras militares. Lo que sí tuvo fue vocación de bandido. Y eso fue
disfrazado de revolucionario hasta que el general Felipe Ángeles llegó a
disciplinar a sus salvajes huestes. De allí se formó un cuerpo de ejército que
muchos han confundido con una sola división -pero que en realidad fueron tres-,
letal con la caballería y más con la artillería, pero deficiente con la
infantería. Cuando Ángeles lo abandonó, Villa volvió a ser lo que había sido,
un bandido, pero mucho más sanguinario.
Zapata no
fue militar. Eso de general siempre le quedó grande. Pero sí fue un buen hombre
que perseguía una causa justa. Libró muchas menos batallas que Villa y cometió
muchísimos menos crímenes. Se vieron sólo una vez en la ciudad de México,
simpatizaron, pero sus respectivos soldados querían comerse unos a otros.
Después cada quien volvió a sus zonas de influencia. Tuvieron contacto cuando a ambos les cayó encima la desgracia, pero
no se prestaron ayuda, ni uno ni otro tenía posibilidades de hacerlo.
Y aunque los que reescribieron la revolución los quisieron elevar como los dos más grandes caudillos con muchas afinidades ideológicas, en poco se parecieron, a lo mucho en sus escasas nociones de socialismo que Zapata practicó y Villa usó para vivir sin trabajar, asesinando y dándoselas de mártir. Zapata, todo lo indica, era un hombre que puede ser calificado como honesto; y Villa, todo lo asegura, era un delincuente.
Lee otra reseña: Juárez y su México
Y aunque los que reescribieron la revolución los quisieron elevar como los dos más grandes caudillos con muchas afinidades ideológicas, en poco se parecieron, a lo mucho en sus escasas nociones de socialismo que Zapata practicó y Villa usó para vivir sin trabajar, asesinando y dándoselas de mártir. Zapata, todo lo indica, era un hombre que puede ser calificado como honesto; y Villa, todo lo asegura, era un delincuente.
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