sábado, 10 de noviembre de 2012

Ignacio Zaragoza – Alfonso Hurtado


El general Zaragoza en muchos aspectos fue un militar atípico en el México del siglo XIX: no tenía ambiciones políticas, era modesto sobre sus capacidades como militar, tenía la prudencia por virtud, no ambicionaba ascensos sin méritos y tampoco exhibía crueldad. Tan prudente fue en su vida privada que mucho se ignora de él en ese sentido. Y como muestra está la biografía que le escribió Alfonso Hurtada, de la que toca hablar hoy.
En este libro, con una prosa en extremo sencilla y quizás anacrónica, conocemos los importantes sucesos de la historia de México en los cuales el general Zaragoza se distinguió como un buen hijo de su patria. Sin embargo, más parece un ensayo sobre la guerra de reforma y el principio de la intervención francesa que una biografía del general. Apenas hay un acercamiento a él que no alcanza a ser biografía.
Hurtado nos cuenta algo sobre sus orígenes tejanos, su vocación por la carrera de las armas y su ingreso al bando liberal para echar a Santa Anna, por última vez en su larga carrera, de la presidencia de México. Zaragoza era un hombre convencido de sus convicciones ideológicas y estaba al tanto de algunas de sus carencias por no haber podido terminar su formación militar -las cuales le ayudó a superar el general francés conde de Lorencez-.
En en el conflicto armado que se desató por causa de la reforma la capacidad de Zaragoza se vio del todo opacada por el genio de Miguel Miramón, un general que parecía haber inventado la guerra. Pero el tejano no era precisamente un hombre de pasiones. Era prudente -virtud que no ha sido aliada de muchos militares mexicanos- y ésa era su gran ventaja. La sangrienta guerra de reforma lo formó.  No pocas veces estuvo a punto de perder la vida y conoció el amargo sabor de la derrota. Por eso cuando llegaron los franceses, Zaragoza ya era un buen militar, con experiencia y astucia.
De esos aspectos y algunos otros no poco importantes sobre la vida de Zaragoza trata este libro. Pero falta información sobre él, información más cercana al hombre, porque eso es lo que contiene una biografía. Quizás el general supo cuidar su vida privada, ya que la prudencia de un hombre empieza por allí.
Revisando la bibliografía de la que se valió Hurtado, he visto que apenas uno de los libros es una biografía de Zaragoza, la que escribió su contemporáneo y amigo Manuel Z. Gómez. No se puede escribir una biografía de un personaje valiéndose apenas de otra, pero si no hay más tampoco existe otra opción. 

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