De Fernando Benítez ya he hablado
anteriormente. Reseñé si impagable novela El
rey viejo, una de las mejores novelas mexicanas del siglo pasado y quizás
la mejor de las que tienen a la revolución mexicana como marco.
El autor dio vuelo a su prosa con
la historia de México. Se ocupó de personajes y períodos desde la conquista
hasta la revolución, lo que le dio el honor de ser uno de los más refutados
hombres de letras de su tiempo, y de su carrera como escritor, que no fue para
nada corta.
En La ruta de la libertad se ocupada nada menos que de Hidalgo. El libro
es de mediados del siglo pasado, época en la que todavía el cura era por
decreto el padre de la patria, un genio militar y político de manera
indiscutible. Recordemos que como el propio pueblo de México fusiló a sus dos
consumadores de la Independencia, Iturbide y Guerrero, sobre Hidalgo recayeron
todos los títulos y honores dado que él fue fusilado mientras luchaba por la
libertad de su país, por más que el propio cura haya dejado claro que su guerra
era una rebeldía contra el rey usurpador de España, José Bonaparte.
El libro no es muy extenso, de
hecho narra solo la ruta que siguió Hidalgo hasta que fue derrotado, capturado
y pasado por las armas. Benítez evita en todo momento glorificar al cura, pero
sí es muy respetuoso y muestra una gran admiración por el personaje.
En la última página deja claro
que México es libre gracias a “ese pequeño anciano que cayó bañado en sangre en
Chihuahua”, en un desierto, mal sitio para morir tratándose de un hombre que
toda su vida había radicado en lugares con eterna primavera.
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