martes, 10 de marzo de 2015

Adios, Mona Lisa –Roberto Zapperi

El título de este libro surge partiendo del hecho que pretende probar que la mujer que prestó al rostro a Da Vinci para el retrato más famoso del mundo no es Lisa Gherardini, la esposa del mercader Francesco Giocondo. El autor atribuye este error que ha perdurado por medio milenio a la necesidad de los historiadores del arte de creer a  Giorgio Vasari cuando escribió en su libro Vidas de artistas que el rey de Francia poseía un cuadro pintado por Leonardo Da Vinci, cuya retratada era Lisa Gherardini.
Vasari escribió su libro muchos años después de la muerte de Leonardo y, según Zapperi, no contaba con información sólida para hacer tal afirmación. El autor toma desde el principio otra línea de investigación: las memorias de un viaje de un clérigo llamado Antonio de Beatis, secretario del rico y aristocrático cardenal Luis de Aragón.
Según de Beatis, su señor se entrevistó con Da Vinci en Francia, y éste le mostró el cuadro de la Mona Lisa y le dijo que se lo había encargado su fallecido mecenas, Juliano II de Médicis. Así las cosas, este vástago de la más famosa familia del renacimiento italiano no tenía por qué encargar el retrato de la esposa de un mercader, un tal Giocondo, al no conocer a ninguno de los dos.
Zapperi deja a un lado a esta familia enriquecida a medias por el comercio y se sumerge en la biografía de Juliano II de Médicis para averiguar quién pudo ser la mujer que tanto influyó en su vida como para que le encargara su retrato al más famoso maestro de la época. El autor se decanta por esta línea de investigación argumentando que si Da Vinci mismo confesó quién le había encargado esa pintura, ¿por qué creer a un tal Vasari, quien ni siquiera fue contemporáneo suyo?
La tarea de Zapeeri no fue sencilla, no porque Juliano fue un calenturiento, adicto a las mujeres y a la buena vida. Despreció las funciones de gobierno propias de su estirpe y se preocupó siempre por ir en busca del placer. Así que, ¿quién de todas sus amantes,  o de sus posibles amantes, podría ser la retratada en el cuadro que le encargó a Da Vinci?
A falta de documentación -como no sabía que la pintura sería después la más famosa del mundo, Da Vinci no dejó nada escrito sobre ella-, Zapperi se guía por tenues pistas en las que desde luego es muy sencillo perderse. Pero no le importa. Al concluir su libro, cree que ha aportado las pruebas necesarias para decir: Adiós, Mona (señora) Lisa (Lisa Gherardini), dando a entender que hay que despedirla porque ella no es la retratada en el cuadro que está en el Museo del Louvre.

1 comentario:

  1. Hola: Una entrada interesante.
    Me llamó la atención el libro. Donde los conseguiste?

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