martes, 21 de agosto de 2012

Siglo de caudillos – Enrique Krauze


A millones de mexicanos, desde hace cercas de un año, el titulo de este libro les dice algo. Sí, es el mismo que quiso nombrar Peña Nieto y del que nunca se acordó. Le escribió, en eso sí acertó Peña, Enrique Krauze, uno de los mejores escritores mexicanos de la actualidad, no sólo por el buen dominio de la historia de México que tiene, sino por su elegante y bien cuidada prosa, además de que escribe de historia sin que su ideología -que como todo hombre debe de tener una- le dicte párrafos y le haga correcciones, o, peor aún, lo obligue a mentir. Se dice fácil, pero muchos historiadores viven atados a su ideología y mienten tanto como quieren para no traicionarla.
En fin, pasando a Siglo de caudillos, por principio de cuentas, debo de decir que es un gran libro. Todo un logro intelectual de Krauze y no actual, en realidad lo publicó en la década de los 90s. ¿De qué trata el libro? Krauze recurre a monografías de aquéllos que fueron dueños de México en el siglo XIX. Su muy cuidada prosa y su criterio amplio repasan uno por uno -más que sus aspectos biográficos sus motivos ideológicos- a personajes como Hidalgo, Morelos, Santa Anna, Mora, Almán, sin dejar a un lado al propio Juárez.
Y así, siguiendo los pasos de sus hombres, o de sus caudillos, Krauze nos ofrece una excelente biografía del México del siglo XIX, de ese México que se consumió solo, que destruyó lo que tenía bien hecho e hizo cosas de la peor manera, de un país que partía con el pasado pretendiendo reconstruirse sin tener las herramientas que necesitaba para hacerlo.
Me gusta mucho la obra de Krauze porque, como recomendó alguna vez el gran maestro Octavio Paz, no nos lleva a odiar a esos caudillos que tanto se esmeraron en destruir su propio país, trata, por el contrario, de encaminarnos a entenderlos y aceptarlos tal como fueron -cosa que casi nadie quiere hacer a pesar de que nunca cambiarán-.
La tarea desde luego no es sencilla, pero le hace falta a la historia de México, y todavía más al México de hoy, que por no aceptarse y no buscar corregir sus errores se está cayendo a pedazos. No todo está en la historia, pero aceptar que las primeras piedras de México las pusieron caudillos llenos de defectos nos ayudará mucho.

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