jueves, 25 de octubre de 2012

El Estado megalómano – Jean-François Revel


Tal vez muchos vean El Estado megalómano como un libro acotado por fronteras físicas y culturales, debido a que se trata de una crítica al Partido Socialista Francés y al principio de la gestión de François Mitterrand como presidente de los galos. Pero quien piense eso está incurriendo en un error, El Estado megalómano es una de las mejores críticas de cuantas se escribieron el siglo pasado al casi siempre manifiesto deseo del Estado, de cualquier país, por acapararlo todo.
Nada más hace falta leer las primeras páginas del libro para comprender que Revel fue uno de los intelectuales más brillantes de su tiempo y quizás el mejor y más sincero defensor de la libertar. Sus explicaciones son sencillas, sus analogías muy apropiadas y sus paralelismos más que aceptables. Otro aspecto que enriquece el libro es el humor negro del autor, que aunque instruye al lector sobre un tema verdaderamente importante -e ignorado en 1982, al publicarse El Estado megalómano, cuando aún existía la URSS-, no deja de tomárselo todo a broma, tal vez porque sabía que el fruto de sus reflexiones sería ignorado por Francia y por el mundo.
Después de pasar los primeros capítulos del libro, que también son los más agradables en cuanto a calidad literaria se refiere, viene lo más duro -y sin duda lo que más le dolió Mitterrand y a su cuadrilla de marxistas disfrazados de socialistas tolerantes-, el desenmascaramiento de las políticas ocultas y totalitarias que se escondían detrás de las buenas intenciones que exhibían quienes se apropiaron del gobierno francés en 1981.
Mitterrand y los suyos iniciaron su gestión con una discreta labor de transformación de Francia y de los franceses de la manera más radical. Había que cambiar la imagen que se tenía del gobierno anterior, pasarlo de bueno a pésimo, había que cambiar la economía, pasarla de privada a pública, había que cambiar a los medios de comunicación, pasarlos de libres a encubridores de los errores del Estado, y había que cambiar a los franceses, pasarlos de ciudadanos libres a piezas de una maquina estatal y colectiva al más puro estilo soviético y cubano.
El Estado megalómano no es sólo una crítica al gobierno de Mitterrand en Francia, es una verdadera bofetada a los partidos izquierdistas de todo el mundo, es una patada donde más duele a la hipocresía de quienes teniendo a los pobres en la boca todo el tiempo quieren no sólo dinero sino poder ilimitado para hacer lo que les dicte su faraónica conciencia. Ojala los izquierdistas que en la actualidad tienen cargos públicos leyeran este libro; quizás le aprendan algo y sin duda verán en él su flaqueza intelectual y, desde luego, moral.

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