Mucho se
ha dicho que Porfirio Díaz fue un pésimo gobernante, que fundó una dictadura
genocida en la cual se coronó como una especie de rey y se dedicó a dar las
riquezas del país a los capitalistas mexicanos y extranjeros.
Lo cierto
es que sobre Díaz bastante se ha mentido durante un largo siglo. El régimen
posrevolucionario necesitaba dejar su imagen por los suelos para así poder
justificar sus acciones. La dictadura de Díaz estuvo muy lejos de ser como la
castrista. En esa época la economía del país creció como la espuma, los estados de la
republica por fin reconocieron al gobierno federal, México fue un país al que
incluso muchos extranjeros quería emigrar y, algo muy importante, la paz que
consiguió Díaz fue tan admirable que durante su gobierno Chucho el Roto, el hombre más buscado de su época, se hizo famoso
por ser simple y sencillamente un ladrón. Hoy en día para ser el más buscado
por el gobierno federal hay que hacer mucho más que eso.
Durante el
Porfiriato, México no fue sólo uno de los países más prósperos de América, sino
del mundo. Las condiciones infrahumanas de las clases necesitadas y la
inexistencia de derechos para los trabajadores no hacían del país una
excepción. Así era en todos lados. En realidad cuando gobernó Díaz puede
decirse que fue cuando México fue un mejor país. Probaron sus sucesores que un
montón de leyes no hacen funcionar bien a una sociedad, sino las acciones bien
llevadas a cabo. Si Porfirio hubiera sabido moverse a tiempo y de manera discreta, y mover a sus
subordinados, México hoy sería una potencia mundial y él sería recordado como
el mejor presidente de nuestra historia.
Pero es cierto que también hubo
cosas muy negras durante el Porfiriato. Díaz quería progreso, dejó a los
capitalistas hallar la manera de conseguirlo y él cerró los ojos. En la primera
década del siglo XX el periodista norteamericano John Kenneth Turner hizo un
recorrido por el país para estudiar lo que era un secreto a voces: la
esclavitud. Sus descubrimientos le dieron para publicar un libro verdaderamente
aterrador, titulado, con toda justicia, México
bárbaro.
El
periodista yanqui se hizo pasar por un inversionista sin intenciones de
cuestionar la esclavitud y de esa manera los tiranos esclavistas a los que
entrevistó le soltaron toda la información que buscaba. Durante el Porfiriato
no era necesario ser delincuente para ser privado de la libertar y
posteriormente obligado a trabajar como esclavo en condiciones tan inhumanas
que garantizaban una pronta muerte, sólo bastaba con ser pobre o extranjero
(chino) o indio (yaqui), para convertirse en mercancía que se podía transformar
en mano de obra y ser conducido a Yucatán o a Valle Nacional (Oaxaca).
La tribu
de los yaquis se convirtió en un blanco perfecto para los esclavistas. Los varones eran
conocidos por su gran fuerza física y su resistencia a los grandes y
prolongados esfuerzos, lo que los convertía en la mercancía ideal. Turner llegó
a admirarlos mucho, incluso los comparó con la raza blanca, a la que él
orgullosamente pertenecía. Los yaquis eran secuestrados en sus tierras, en Sonora,
trasladaban familias completas a Yucatán; los varones se negaban a ser
esclavos, pero a fuerza de hambre y golpizas inhumanas los convencían de que
no tenían otra opción. Su destino después de aceptar su terrible realidad era
levantarse de madrugada, comer una vez al día una porquería indigerible, ser
sometidos a sesiones de latigazos a manera de estimulo y trabajar por unos
meses hasta morir.
Para las
mujeres había otro infierno, aunque diferente al de sus esposos. Eran
entregadas a los esclavos chinos como parejas para que así éstos no estuvieran
siempre pensando en hallar la manera de escaparse. Las que se negaban
rotundamente a aceptar la imposición sólo tenían la muerte por hambre como
segunda opción.
México bárbaro es un libro verdaderamente aterrador. Nos lleva a conocer los extremos a los que llegan los hombres por ambición, la falta de justicia donde el dinero no abunda, la destrucción de familias y de la integridad moral de personas que no habían hecho nada para merecerse tal desgracia. Leer este libro garantiza deprimirse y quizás también llorar. Es lo menos que puede hacerse ante una maldad tan despiadada, tan incomprensible y, desgraciadamente, tan mexicana.
México bárbaro es un libro verdaderamente aterrador. Nos lleva a conocer los extremos a los que llegan los hombres por ambición, la falta de justicia donde el dinero no abunda, la destrucción de familias y de la integridad moral de personas que no habían hecho nada para merecerse tal desgracia. Leer este libro garantiza deprimirse y quizás también llorar. Es lo menos que puede hacerse ante una maldad tan despiadada, tan incomprensible y, desgraciadamente, tan mexicana.
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